El encendido del alumbrado navideño no inaugura la Navidad. Lo que la inaugura es el sonido de los bombos del sorteo de Navidad y las vacaciones en el cole.
Desde ahora está permitido pegarse comilonas, saltarse la dieta, cantar villancicos a grito pelado por la calle y lucir con orgullo el artículo navideño de moda comprado, por supuesto, en la Plaza Mayor. Información para ELLOS: tranquilos, si os decantáis por una peluca (casi siempre ridícula), nadie os tachará de travestis porque... ¡Es Navidad!
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